He encontrado este comentario sobre el significado del solsticio del verano que estoy segura os gustará.
Rito pagano para celebrar la llegada del verano, era una fiesta de fuego y purificación. En la antigüedad se celebraba la fiesta del Coamhain para dar gracias a la Diosa Madre, por las buenas cosechas y la abundancia, ella estaba en su mayor esplendor embarazada con una cosecha exuberante, mientras que su esposo el Dios Belenos mostraba también su más fuerte virilidad. Era una representación simbólica de la abundancia de la madre tierra y la fuerza del padre sol.
La celebración se llevaba acabo el día de la entrada del verano el 21 de junio, el solsticio cuando la luz le ganaba la batalla a las tinieblas aunque después el cristianismo lo cambiara al 23 del mismo mes, para coincidir con la Noche de San Juan. El ritual era un ritual de agradecimiento, por las buenas cosechas y para dar las gracias a la naturaleza por ser tan esplendida, era también una noche de algarabía, donde los antiguos exaltaban al sol por su triunfo sobre las tinieblas.
De ahí los modernos rituales de fuego donde se purifica todo lo dañino para dar entrada a la prosperidad y la esperanza de un año mejor.
En la mayoría de los rituales que nos han llegado, los oficiantes purifican todo lo malo quemándolo en la hoguera y siembran todo lo que deseamos para que Coamhain nos lo conceda.
Es la noche mágica por excelencia donde se baila, se salta por encima del fuego y se utiliza el agua de manantial para purificar el cuerpo.
Se piden los deseos de prosperidad y abundancia agradeciendo los dones del año anterior y se dice que si esperas a la salida del sol y un rayo te toca tendrás un año de felicidad y buena suerte.
Nuestro encuentro de este año para recibir la estación estival también tuvo algún que otro ritual. Barcos con deseos escritos botados en el río Júcar, agua de las mil flores recolectadas en el río y en el jardín de mi madre con la que nos lavamos la cara por la mañana también conjuramos la caimada que nos hizo echarnos unas risas.
Pasamos un buen día en el río donde comimos cosas ricas traídas de cada casa, Antonio trajo galletas caseras que estaban buenísimas.
Cuando llegue de trabajar estaban todos recién llegados del rio a las 11 de la noche más o menos. Con la oscuridad no sé como os las arreglasteis…. que miedo. Cenamos en la terraza aunque hacia un poco de fresquito, aguantamos hasta tarde.
Estoy deseando que hagamos otra, es muy enriquecedor compartir con vosotros estos momentos.
Necesito cargar pilas.
Gracias por venir a Alarcón.
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